El hospital malherido

«Soy el hospital de niños Sor María Ludovica, de La Plata. Tengo 111 años. Por mis pasillos y consultorios pasaron grandes médicos de la Argentina. La atención que se brindaba en mis instalaciones era ejemplar. Llegué a ser un hospital de vanguardia. Pero algo cambió en los últimos años…»



Ana María trabaja en el Hospital de Niños Sor María Ludovica de la ciudad de La Plata hace 32 años.  Ella asegura que al principio era un hospital normal. Que se trabajaba bien y que el lugar se limpiaba. Se hacían las cosas como se tenían que hacer. 

Por su parte, Federico Cisneros, que es delegado de la junta interna del hospital contó a Defiendase que durante estos años se cerraron algunos baños públicos y varias salas porque se tapan las cañerías o se electrifican las paredes. Además cuenta que se filtran los desagües pluviales y se cae el yeso de techos y paredes.

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Cisneros pertenece al personal de limpieza del hospital y demostró ante las cámaras de Defiendase lo que pasa tanto en un patio del hospital cómo en los baños. 

Ana María se desempeña en el área de estadísticas que depende de la administración. Hace un par de años comenzó a denunciar lo que pasa. Siempre, antes de hablar públicamente, le informa al Dr. Reinaldo Reimondi, director ejecutivo de la institución lo que observa.

«Cuando voy a hablar con el director me dice que no pasa nada de lo que digo?, sostuvo y agregó que se vino abajo neonatología y cerraron el servicio de cardiología por las malas condiciones, pero para el director es por la falta de personal».

Defiendase consultó al director del hospital sobre el cierre de las salas quien respondió que solo se cerraron para refaccionarlas. 

Cisneros agrega que el quirófano de la sala de quemados lo usan para hacer ecografías y que viven buscando lugares para trasladar las salas que se cierran. 

«Hay refacciones, como cuando pintan que son solo una lavada de cara. El intendente mandó a rehacer la vereda y pintaron el frente del hospital pero para baldear una sala tenes que sacar agua de una canilla que está afuera porque la de adentro no funciona.»

«Hay muchas canillas que pierden agua y pisos que dan miedo pasar porque están quebrados. No existen dependencias de mantenimiento, ni intendencia y sin esa gente el edificio se cae abajo como se está cayendo.» agregó Ana María. 

Por su parte Cisneros recordó que hace poco una filtración «se comió una viga» y hubo riesgo de derrumbe. «Al ver ciertos lugares del edificio pensas eso no puede estar pasando en el hospital». Y enumeró otras falencias graves en el hospital:

«El techo del baño se vino abajo por una pérdida de agua que hubo en la sala de rayos, que está arriba de este. Nunca nadie hizo nada.  Donde te muevas es un peligro, corres riesgo. La rambla que está en la entrada de la calle 65 también se está por venir abajo.»

«Hace poco se rebalsaron las cloacas en una sala. No podíamos sacar el agua porque estaba todo tapado y salía mucho barro. Eso no es una cosa de ahora, viene arrastrándose en el tiempo.»

«Los ascensores hace rato que no andan. Algunos empleados los usan para «hacer el amor» por no decir algo más fuerte. 

¿En qué condiciones trabajan los médicos?
«En condiciones muy malas», sostuvo la mujer de 63 años y afirma que es así porque no tienen los insumos para atender en una guardia. Están rechazando cirugías por la falta de insumos». 

Por su parte Federico Cisneros agregó que las enfermeras salen de una sala para recorrer tres o cuatro servicios hasta conseguir una jeringa o una gasa. 

Resignados, ante el micrófono de Defiendase, los entrevistados afirmaron que en este hospital está en juego la salud y las vidas de muchos chicos. «A mi me duele mucho ver en qué condiciones esta el hospital. Es jodido y es triste», finalizó Ana María.

Un llamado de atención para las autoridades que tuvieron a su cargo este hospital, que supo ser modelo y de vanguardia, con médicos ilustres de la Argentina y miles de chicos que recibieron tratamientos al nivel de los mejores del mundo. Hoy testigos de un hospital malherido. 

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