Y además, ¡los murciélagos!
En los tribunales se imparte justicia, pero ¿qué pasa cuando los derechos de los trabajadores judiciales están siendo vulnerados? Conoce en esta nota lo que pasa en algunos juzgados del fuero laboral. Hasta Batman estaría indignado.
Para muchos, hacer justicia tiene un plus de dificultad. La ola de calor de la semana pasada produjo varios cortes de luz en los juzgados del trabajo de Diagonal Norte 760 y una importante invasión de murciélagos que culminó con la clausura del edificio. Los videos y las fotografías de ese fenómeno se viralizaron en los medios, y evidenciaron además otros problemas comunes para los empleados judiciales.
Cristian Carro es el Secretario General de la Comisión Interna del Fuero Laboral. Explicó que hace tiempo vienen arrastrando las peores condiciones. «Se trabaja mal, lo hacemos hacinados y con un nivel de carencia de espacios físicos muy grande», señaló.
La situación no es una novedad. Ellos ven que todo lo que hacen y todo el esfuerzo producido queda en la nada por la falta de condiciones materiales óptimas para poder desarrollar las tareas.
En cada juzgado trabajan 12 o 13 personas y en el total del edificio hay alrededor de 400 profesionales. Ya no tenemos por donde caminar por la cantidad de expedientes que hay, detalló.
En 8 años se quintuplicó la litigiosidad. Antes, cada audiencista tenía a su cargo entre 100 y 150 expedientes, hoy llega casi a 600 o 700 causas por persona, y eso hace imposible que se pueda prestar un servicio de justicia medianamente optimo como merecen los particulares y los litigantes.
Además, se tiene que resolver la alimentación de la electricidad porque se hace imposible encender los aires acondicionados, y solamente la mitad del edificio los tiene. Cuando se produce una ola de calor, se encienden y saltan las fases.
La cantidad de murciélagos que logró reproducirse evidencia que vivían en muy buenas condiciones y eso tiene que ver con que no hubo un mantenimiento en lo que respecta a la limpieza. De pronto empezaron a salir de los lugares más recónditos del juzgado, de los tapa rollos de las persianas y de donde se guardan las pilas de expedientes, expresó Carro.
Defiendase habló con un empleado judicial que prefirió reservar su identidad. En la charla nos comentó que los gastos de funcionamiento enviados no alcanzan. «Son menos de tres mil pesos por mes. De mi bolsillo pago mil pesos cada 30 días por el agua para el dispenser porque la de la canilla es inmunda e intomable. Creo que hay gente muerta y viva adentro de los tanques», dijo.
Para comprar biromes hay que hacer magia. Antes nos mandaban una partida para gastos de librería, pero no lo mandan más así que también debemos hacer esas compras nosotros, y no es barato. Necesitamos biromes, gomas, lápices, boligomas, ganchos mariposas y arandelas. Yo no tengo abrochadora, ni tijera, ni sello propio, el mío lo usan los chicos en la mesa de entradas.
Otra cosa que usamos mucho es la perforadora. Tenemos una sola y es muy grande, de tipo industrial. Funciona más o menos y está toda atada con alambres. Hace muy poco nos enviaron un porta sellos para poner sellos de madera, y hace más de 20 años se dejaron de usar.
Respecto a las resmas de papel nos mandan una cantidad descomunal. El personal de ordenanza está tres días subiéndolas porque están tres días mandando cajas. A veces nos mandan 50 cajas y tenemos que ver donde las ponemos porque no hay lugar. El otro tema es que nunca sabes cuándo te las vuelven a mandar, pueden pasar dos o tres años.
En un momento faltó todo junto, toner para la impresora y papel. Algún juzgado estuvo dos días sin imprimir nada porque no tenía tinta. Cuando algo nos faltó hemos llegado a comprar por Mercado Libre porque en la zona no había más.
Otra cosa que ocurre es que cuando los juzgados dejan de tener jueces y no hay nadie que subrogue, se empiezan a usar los despachos como archivo para guardar expedientes. «Acá no hay donde meter más nada, hemos puesto estanterías en el baño en alguna oportunidad. Encima habitualmente Presidencia envía notas que dicen que hay que extremar los cuidados a la hora de guardar los papeles o que no hay que poner legajos en los pasillos internos», detalló.
En octubre del año pasado varios juzgados pedimos casilleros para Mesa de Entradas y nos respondieron que a lo mejor la licitación podría tardar de dos meses a dos años. Todavía estamos esperando. Algunos empleados compraron estantes por su parte.
Cuando se corta la luz tengo que despachar los expediente en lomo, y cuando vuelve subo todo al sistema. En verano no hay electricidad para los equipos de aire acondicionado, y cuando se corta solo una fase del edificio en mi despacho tengo un muestrario de alargues colgando para darle energía al resto de los juzgados del piso. De casualidad el corte de luz y los murciélagos no se juntaron, si no ni siquiera hubiéramos podido abrir las ventanas para que corra algo de aire.
Además, este empleado judicial nos reveló que en invierno se congelan al no haber calefacción y evitan tomar algo caliente porque en el baño no hay agua.
Acá, aunque se cierre con llave entran a robar igual. A mí y a una jueza nos sacaron los celulares del escritorio. Han robado alguna cartera de los modulares y la vaciaron en la cocina. Se llevaron billeteras, anteojos y documentos. A la vez, robaron un par de expedientes y nunca se supo si el robo de los legajos fue para encubrir lo de la cartera o si fue al revés.
«El ascensor una vez se rompió entre el sexto y el séptimo piso por una pavada. La gente salió muy asustada por el estruendo que hizo. Pero es común que por la falta de energía se corte y quede gente atrapada», y recordó que una vez un empleado sacó a un abuelo a upa de ahí adentro.
Hace un tiempo a un Secretario del juzgado 63 le cayó una rata en la cabeza, y aca todos saben que hay murciélagos, el excremento se ve y ves a uno o dos esporádicamente, pero la «danza» del otro día la no entendemos todavía, señaló.
Todas las semanas este empleado del fuero tiene que limpiar su oficina porque los de ordenanza no lo hacen, y cuenta que una vez, mientras barría, un letrado preguntó por el Secretario. La respuesta fue la siguiente: «dejo la escoba y lo atiendo». El abogado se fue compungido porque sintió mucha vergüenza, recordó.
En líneas generales, así trabajamos y nos acostumbramos a todo esto porque hay que seguir haciéndolo. Yo tengo una responsabilidad que cumplir, independientemente de que la justicia sea un servicio público, finalizó.
Pero trabajar en un ambiente así también es complicado para los abogados litigantes. La Dra. Silvina Repetti habló con nosotros y nos cuenta que, por falta de presupuesto hay un montón de cosas que no funcionan.
Acá todo saltó por el tema de los murciélagos, y es evidentemente no se hacen las desinfecciones que se deben hacer. En el otro edificio del mismo fuero, en Perón 990, ha habido ratas en los despachos de los audiencistas, definió.
En muchos juzgados además hay problemas con la tinta de las impresoras, y son los secretarios los que tienen que poner dinero de su bolsillo para solucionarlo. También se puede ver la cola enorme que hay para entrar al ascensor. En este edificio hay cuatro y no siempre funcionan, habrá que ver el mantenimiento hacen.
El edificio cuenta solo con una escalera que va desde el piso 9 hasta la planta baja. ?En caso de incendio o de alguna emergencia salen todos juntos y es un desastre?, remarcó la abogada.
La realidad es que hay muy poco espacio. A veces se toman dos audiencias en una misma sala y es bastante incomodo porque no escuchas lo que te está diciendo un testigo porque está hablando el del otro audiencista.
Los retrasos en los despachos o en la fijación de las audiencias se generan por la cantidad de causas que lleva cada empleado, no menos de 500 o 600 por persona. Es tremendo el atraso que hay y es así en casi todos los juzgados. Son muy pocos los que funcionan muy bien, pero para eso el personal se queda hasta cualquier hora de la tarde y sin cobrar horas extras.
Cuentan con muy poco presupuesto y es algo que habrá que solucionar porque, en estas condiciones no pueden trabajar los empleados judiciales, no podemos trabajar nosotros y en definitiva no se le da un buen servicio a esa persona que está esperando que le dicten una sentencia por un juicio laboral, señaló.
Un motivo posible para el caos
La situación que nosotros vivimos en este momento está muy vinculada al proyecto del traspaso de la Justicia Nacional Ordinaria a la Ciudad de Buenos Aires. Los fondos que recibe la Cámara Nacional del Trabajo para el mantenimiento de los edificios no alcanza. El Consejo de la Magistratura no quiere poner un peso porque está especulando con que en cualquier momento se produzca el pase, y nosotros somos rehenes de esa disputa política, disparó el Secretario gremial, Cristian Carro.