Con el cuento de que te ayudan a prevenir una estafa virtual, te engañan y te sacan todo
Las estafas digitales siguen siendo una industria muy floreciente en nuestro país. En 2022, este tipo de delitos se triplicó y se estima que este año seguirán creciendo las estadísticas.
Con el advenimiento de la tecnología, los modernos delincuentes de guante blanco ahora usan mails, mensajes de whatsapp y hasta llamadas telefónicas para confundir, llenar de miedo y finalmente engañar a sus víctimas.
En este caso el estafado se llama Hugo Varela, un jubilado al que los propios estafadores llamaron para advertirle que podía ser estafado. Simulando una derivación a un operador del banco donde tiene cuenta, lo fueron guiando paso a paso para caer en la trampa.
«Me llamaron por whatsapp y me dijeron que alguien quería comprar un electrodoméstico con mis datos, yo le dije que a esa persona no la conocía y que no autorizaba ninguna compra y entonces me dijeron que para preservar el homebanking me iban a pasar con alguien del banco para que me dijera qué pasos tenía que hacer», relata Varela. Y explica que actuó con miedo y confundido: «Me dijeron que para bloquear el homebanking había que simular un préstamo de determinada cantidad de dinero. Yo acepté hacer la simulación y me fueron guiando en la página del banco, conocían todo».
Los estafadores actuaron con mucha seguridad y Varela creyó todo lo que le decían: «Yo pensaba que era una simulación y de repente la plata apareció en mi cuenta y después ya no la tenía. Me sacaron un préstamo por 1.400.000 pesos».
En el banco sostienen que para ellos todo fue legal y que la víctima sacó el máximo de crédito al que podía aspirar: «En la sucursal me dicen que yo presté mi consentimiento para que se sacara el préstamo y para transferir el dinero. Para ellos el dinero fue bien liberado y después yo le regalé esa plata», dice angustiado.
Carlos Rojas, comisario general especialista en cibercrimen, explica que en la mayoría de los casos no hay complicidad del banco y los delincuentes hacen inteligencia previa con los datos que circulan en redes sociales. «Nuestra vida está en internet. Solo tienen que averiguar un poquito y el resto lo aportamos nosotros engañados. Si llaman con este tipo de relatos, hay que cortar» aconseja.
Ahora Varela debe afrontar una deuda millonaria. El banco le ofrece un plan de pagos en cuotas pero con los intereses el monto a devolver en 60 meses pasa de $1.400.000 a $8.000.000. Demasiado para cualquiera.
Están al acecho, usan nuestros datos en redes y finalmente su mejor herramienta es nuestro propio teléfono. Un nuevo cuento de los estafadores que se reinventan y tienen la tecnología y nuestro miedo a su favor.