Longchamps, tierra de nadie
Esta localidad del sur del conurbano bonaerense era un lugar tranquilo hasta que, quienes debían brindar seguridad, dejaron de hacerlo. Los vecinos se cansaron y denunciaron sus miedos en esta nota de Defiendase.com
Hace 9 años Adrián se mudó a Longchamps, una de las localidades del partido de Almirante Brown. Hace tres semanas, este barrio agradable y lejos del disturbio de la ciudad de Buenos Aires dejo de ser un lugar seguro para él. Pensé en irme de la provincia, confesó.
Volviendo de mi trabajo, alrededor de las 10 de la noche, sufrí un secuestro. Me cruzaron un auto y bajaron cuatro personas armadas. Cuando vio la situación, entregó las llaves de su coche y la billetera para que se vayan, pero le dejaron bastante claro que no era un robo, literalmente era un secuestro.
Me pasan de mi auto al que me cruzaron, ahí quedo encañonado entre dos personas en la parte trasera. Les insistí de ir a los bancos para retirar dinero, pero esa no era su intensión, querían entrar a mi casa en donde estaba mi esposa con mi hijo chiquito.
Finalmente pudo convencerlos de no entrar a su casa, pero de igual manera sufrió el robo de casi todas sus cosas. Los delincuentes estacionaron el auto de él en la vereda y obligaron a su esposa a que cargue todo en el vehículo. La amenaza fue muy grafica. En la calle, de la mano de enfrente estaban ellos encañonando a Adrián con dos armas en la cabeza.
En el Barrio Los Álamos me preguntaron si mi auto tenía rastreador satelital, les dije que si. Me seguían golpeando por eso. Me dijeron que me baje, que no los mire y que me iban a estar apuntando. Tenía que caminar hasta mi auto e irme. Ese fue el momento más difícil de mi vida, esperaba otro final.
Adrián nos contó también que estas cosas lo dejaron con miedo y con tristeza. Todavía no sabe si se quiere quedar a vivir ahí. Me quedó una bronca muy grande también porque uno trabaja todo el verano para poder irse de vacaciones o darse un gustito, y esas cosas se fueron con el robo.
Pero Adrián y su familia no son los únicos que sienten miedo. Todas las mañanas Mercedes se toma el tren Roca para ir a trabajar al centro de la Ciudad de Buenos Aires. Uno de los últimos feriados, cuando iba a almorzar con amigos, dos delincuentes en una moto la arrinconaron con un arma en la puerta de su casa para robarle.
Mientras se iban me apuntaban y me mostraban la cartera. Mis vecinos llamaron a la policía y por supuesto no vinieron, relató. El testimonio de ella se repite. Son vecinos que, lamentablemente ya se acostumbraron a esta triste y horrible situación.
Mercedes nos contó algo verdaderamente increíble: cuando hice la denuncia me dijeron que lo mejor que podíamos hacer los vecinos era hacer la mayor cantidad de denuncias posibles para conseguir el respaldo policial, y que no me contactara con el 911 porque estaban colapsados.
Pero lo más sorprendente le pasó a Gastón cuando fue a denunciar su robo. Tuve que esperar a que el Bailando por un Sueño fuera al corte para que el oficial de turno me reciba.
A él le robaron también una noche volviendo del trabajo. Un día de lluvia, dos muchachos que venían en dirección contraria a la mía y con las luces de las motos apagadas, me asaltan. Estaban muy exaltados, me tiraron al piso para patearme y se llevaron mis cosas.
Escuchar las historias de mis vecinos, es revivir lo que le pasó a uno. Nadie le pone un freno a esta situación y es muy llamativo que los delincuentes se muevan con tanta libertad. Cuando las cosas suceden la policía está ausente.
Los comentarios y las creencias de los afectados son varios. Uno de ellos es que los delincuentes que roban en Longchamps vienen del partido vecino, Lomas de Zamora. En este lugar se hicieron en 2016, 64 denuncias por secuestros extorsivos (fuente UFESE).
La tasa de homicidios es de 16,39% cada 100 mil habitantes, según un relevamiento de la Procuración General de la Provincia, mientras que en la provincia de Buenos Aires hay 30 robos por hora.
A su vez, los vecinos dan a entender que los policías avalan lo que sucede. Uno piensa que cuando patrullan en algo están. Para nosotros hay un propósito detrás de eso. ¿Están viendo que no pase nada y cuidando a la vecina que sale a comprar, o están haciendo otra cosa?
Marcela y Gabriela son vecinas del Barrio Ferroviario en la misma localidad. Ambas son madres y tienen miedo cuando salen ellas o sus hijos a la calle. Hace 47 años que vivo en Longchamps y estos últimos años hay una notoria inseguridad. Dos delincuentes le robaron a mi hija y a su amiga cuando iban para la escuela. El que iba atrás en la moto les apunta y les roban los celulares y las mochilas. Esto es una constante.
El método se repite. A Marcela le pusieron el arma en la cintura y enseguida ella entregó la cartera. Gabriela contó que a ella le robaron dos en moto, uno se bajó, agarró a mi hija, me apuntó a mi y disparó al aire.
A ambas victimas les tomaron la denuncia, pero la respuesta fue la misma, que había un solo patrullero para ese barrio, para Santa Rita y Rayo de Sol.
Hace unas semanas los vecinos se cansaron y decidieron llamar a los medios para hacer pública la situación. A las 8 de la mañana más de 20 personas contaron lo triste que es hoy es vivir en un barrio que fue tranquilo toda la vida. Ese mismo día a la tarde, la provincia de Buenos Aires desplazó al jefe de la comisaría 4ta de Almirante Brown, Roberto Leiva e iniciaron una intervención por parte de asuntos internos, por la cantidad de denuncias hechas.
Pocos días después, el subsecretario de seguridad de la provincia se contactó con ellos. El miércoles pasado, se reunió con los vecinos y les prometió más cámaras de seguridad, más iluminación y una poda preventiva de los árboles de la zona, que ya se está realizando.
Durante mucho tiempo estas personas se acostumbraron a vivir así. Pusieron alarmas vecinales, cámaras propias y seguridad privada, algo que no tenían porqué hacer. Solo piden sentirse cuidados por la policía de su barrio. A ellos se los privó del derecho a la seguridad, hasta que se cansaron.