El partido más difícil

El partido más difícil

300 chicos y jóvenes entrenan rugby en una cancha de fútbol. El rival no es ningún otro equipo, es el abandono.

Floresta Rugby Club es una asociación sin fines de lucro creada en 2005. Hoy nuclea a casi 300 chicos y casi el 50% de ellos son de barrios de clase baja como Ramon Carrillo, 1-11-14, Los Piletones y de los alrededores de Floresta.

«Bajo la excusa del deporte, se trabaja la contención social. En este club sin club se forjan los valores del rugby: respeto por uno y por el otro, y la solidaridad», explicó Juan Marchetti, fundador y secretario del Club de Rugby de Floresta.

La peor realidad

Hace 10 años el club esta entrenando en un polideportivo municipal sin ninguna infraestructura y con muy poca luz. Trabajaron durante ese periodo día a día para sacar de las canchas piedras y vidrios que se terminaban convirtiendo en el peor rival. «Cuando llueve nos toca entrenar en la calle por el estado de las canaletas», señaló.

«Espacio físico en sí no tiene el club y es algo por lo que venimos peleando, queremos tener un espacio para los chicos y que ellos sean reconocidos, no nosotros, nosotros estamos de paso. Ellos son el futuro nuestro».

«Hemos tenido del 2006 a hoy reuniones con Secretarios de Espacios Verdes, de Desarrollo Social y de Deportes. Nos acercamos a reuniones barriales en donde los jefes de gobierno se reúnen con vecinos y siempre la respuesta es la misma: «no hay espacios físicos para privados». Nosotros no queremos restarle un espacio a la Ciudad, tiene que ser un espacio para los chicos y para la comunidad».

Juan señala que, al no tener un espacio físico para encontrarse, la única manera de verse en entrenamientos en el polideportivo o en el parque mismo. «No tenemos lugares de referencia para los chicos». 

«Muchas veces nos han ofrecido que los chicos vayan a otros clubes de la zona, y yo les digo que de los 300 van a irse un puñado y es porque el cariño humano que les damos, la contención que reciben no la van a tener en otro lugar». Juan también agrega que además de entrenador muchas veces sos el psicólogo del chico, o el hermano o el papá, y eso es lo importante y lo que no quieren que se pierda. 

«Si los chicos no estuvieran en el club, seguramente hoy estarían en la calle».

Al club concurren chicos desde los cuatro años en adelante, el entrenador nos contó que también hay muchos padres que a los 45 años arrancaron a jugar por sus hijos y hoy con 51 años siguen pasando la pelota pese a que sus hijos dejaron el deporte hace tiempo.

Números en rojo

«Muchas veces la gente piensa que nosotros sacamos redito de esto, pero la realidad es que esto es poner y poner constantemente y nunca dan los números. Los subsidios son muy acotados y por ahora no tenemos empresas privadas que colaboren».

«Donde más déficit tenemos es con los micros para transportar a los chicos. Son carísimos, y aun así hacemos un montón de acciones para recaudar fondos y poder hacer que los chicos viajen». 

«Acá los chicos se bancan y se defienden a muerte entre ellos. Los que hoy tienen 20 años, que jugaron con nosotros durante estos 13 ayudan a los más chiquitos. Llegas a las 6 de la tarde y los vas a ver esperándonos?, confesó Juan y agregó el esfuerzo que realizan esos jueves cuando esas 300 personas se reúnen en la cancha de futbol: «Hacemos malabares para acomodarnos y lo hacemos. Los recursos no nos sobran, pero manos y fuerza sí».

«Si al gobierno de la Ciudad le preguntas qué debería hacer con nosotros ellos te responden que ya nos están dando una mano porque entrenamos dentro de un polideportivo municipal, si me preguntas a mí, te digo que podríamos trabajar juntos en darle una cancha a los pibes, y que después la use el vecino. A la Ciudad le hace falta una decisión política, no hace falta plata, por ese tema nosotros nos arreglamos haciendo fiestas o bingos. Estamos hablando de chicos, de nuestra próxima generación y a ellos les tenemos que dar amor y contención».

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