Caso Figueroa: La Corte echó a la jueza afín a Cristina que se había atrincherado en un tribunal clave
Finalmente, se tiene que ir. Pese a las presiones políticas del kirchnerismo, la Corte Suprema de Justicia ordenó que la jueza Ana María Figueroa deje su cargo en la Cámara de Casación Penal después de haber cumplido los 75 años, la edad límite que tienen los magistrados para jubilarse.
La decisión fue tomada por unanimidad por los cuatro integrantes del máximo Tribunal y comunicada tanto al Consejo de la Magistratura como a la Cámara Federal de Casación. La jueza se había atrincherado en su cargo y esperaba que el Senado, donde Cristina Kirchner presionaba constantemente, extendiera su nombramiento por otros 5 años.
La preocupación y el interés de la vicepresidenta radicaban en que la jueza, siempre con fallos afines al kirchnerismo, debía resolver sobre las causas Hotesur – Los Sauces y sobre el Memorándum de Entendimiento con Irán, donde está involucrada Cristina. En ambos expedientes, Casación debe decidir si confirma los sobreseimientos o si los revoca y ordena que se haga el juicio oral.
La jueza siempre había fallado en sintonía con lo que la vicepresidenta quería y en más de una oportunidad apoyó la idea de «lawfare» y denunció presiones del macrismo a la justicia. Ahora proponía tomarse una licencia extraordinaria y esperar al acuerdo del Senado. Si eso no sucedía en un mes, prometía renunciar. Sin embargo, la Corte no le dio ese tiempo.
En el Senado, el kirchnerismo había buscado quórum en dos oportunidades para aprobar el nuevo pliego de Figueroa pero la oposición se interpuso.
Ahora la Corte le dio un nuevo revés a la vicepresidenta, que desde hace rato insiste con el juicio político a todos los miembros del máximo Tribunal. Y su decisión genera una nueva vacante en Casación, el tribunal que confirma o revoca condenas y absoluciones en las causas por corrupción que afectan a la clase política.
La designación de las ternas para ocupar las tres vacantes que hay en ese tribunal serán, seguramente, tomadas por el nuevo gobierno y deben ser aprobadas por el nuevo Senado. Parecería que Cristina tiene motivos para estar preocupada.