Los hijos de la Talidomida
Fue el calmante que usaron miles de mujeres durante las décadas del 50 y 60. Sin embargo, la droga que era considerada «la píldora de la felicidad», provocaba gravísimas consecuencias. En Argentina, los afectados se están uniendo para pedir que el Estado los reconozca como víctimas.
La Talidomida fue un fármaco creado por la compañía alemana Grünenthal durante la década del 50. Se introdujo en el mercado mundial como ansiolítico y durante años tuvo gran aceptación ya que se trataba del primer sedante «sin efectos secundarios». Se lo llamó la «píldora de la felicidad». Poco tiempo después descubrieron que tomándola se evitaban los vómitos y las náuseas de los primeros meses de embarazo y se convirtió, en 1959 en el tercer medicamento más vendido del mundo. Pero algo no estaba del todo bien…
«Esta droga fue una de las desgracias más grandes del siglo pasado», define la Doctora María Cristina Cortesi, abogada especialista en derecho médico y farmacéutico. Su consumo provocó «focomelia», la ausencia de elementos óseos y musculares en las extremidades o malformaciones internas.
Al menos 20 mil niños en todo el mundo fueron víctimas de la Talidomida y murieron cerca de 10 mil bebes antes de cumplir un año de vida.
En Argentina, algunos afectados están pidiendo que el Estado los reconozca como víctimas de este fármaco y reclaman una indemnización por la falta de controles y advertencias que no se llevaron a cabo para prevenir las malformaciones. Defiendase habló con Cristina Cataldo, una de las personas que padece las tremendas consecuencias de esta droga en carne propia.
María Cristina Cataldo nació en un hospital público de la Ciudad de Buenos Aires el 4 de enero de 1956. Su madre solo consumió dos pastillas del blíster de Softenil, el nombre comercial de la droga en Argentina. «Yo tengo mal formaciones en mis extremidades. Acortamiento en la pierna y en el brazo izquierdo, con dos dedos en el pie y en la mano», relata.
De chica María Cristina fue a una escuela normal y recuerda «siempre había uno o dos que te cargaban, pero se supera». Las limitaciones que tiene son varias. Nos muestra que debe usar un zapato ortopédico porque sino no puede caminar. Ya de adulta su malformación la limitó bastante en cuanto al trabajo. «Me rechazaban porque me decían que no lo podía hacer. Una vez me preguntaron si podía escribir a máquina, dije que si y trabaje en blanco casi dos años». Hoy no goza de una jubilación porque al trabajar en casas de familias no pudo aportar.
María Cristina supo de grande que su malformación congénita había sido producto del fármaco. Comenzó a sospechar al ver un documental en la televisión que hablaba de la Polio y de la Talidomida, y confirmó sus dudas cuando su madre se lo contó.
Afirma que en Argentina hay muchos casos. Hace nueve años conoció a Olga Zalazar, otra de las víctimas que es de Córdoba. «Ambas teníamos malformaciones en nuestros cuerpos. A su mamá también le suministraron el medicamento como muestra gratis en un hospital público. Fue la primera afectada que encontré».
La Dra. Cortesi cuenta que durante las décadas del 50 y 60 estas cosas se ocultaban. «A los chicos que nacían con estas afecciones se los privaba del derecho a la libertad. Muchos fueron encerrados en hospitales y centros especializados. Recién ahora, gracias a las redes sociales estas personas se están encontrando y organizándose para ver como exigen por los derechos que les fueron quitados, como el de la libertad, el del trabajo o el de la educación».
En 1961, Grünenthal interrumpió la venta de los productos con Talidomida en Alemania y muchos países siguieron ese ejemplo. Pero en nuestro país se habría comercializado el Softenil por un año más.
Otros casos en Argentina
Víctor nació en diciembre de 1951, Gladys en enero de 1955 y Claudio en julio de 1956. La orden de sacar el fármaco del mercado se dio en marzo de 1962 y se vieron afectados por el consumo de sus respectivas madres. Lo mismo ocurrió con Olga y Alejandro que nacieron en mayo y junio de ese año respectivamente. A pesar de la prohibición, en algunos hospitales el medicamento se siguió suministrando y el número de víctimas siguió creciendo. Es el caso de Cesar que nació en junio de 1964, Lidia en marzo de ese año, Mercedes en agosto de 1965 y Sergio en noviembre de 1967. También se incluyó en la lista el caso de Jorge quien tiene 36 años.
La responsabilidad del Estado
La Dra. Cortesi explica que en aquella época no existía la ANMAT, que es el organismo de control actual de medicamentos, pero en el Ministerio de Salud de la Nación existía la DIFF (Dirección de la Industria Farmacéutica y Farmacia), que era la encargada en ese momento de controlar todos los medicamentos que ingresaban y se consumían, y agrega que en este caso hubo una omisión muy grande por parte del Estado argentino y hay una deuda con estas personas que hoy podrían reclamar por lo mal que se encuentran y la quita de derechos de tuvieron.
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¿En qué consiste el reclamo de las víctimas de Talidomida?
En primer lugar buscan el reconocimiento. Además reclaman la creación de una junta médica que revea el nivel de discapacidad de cada uno de ellos para poder solicitar un resarcimiento económico. También buscan crear un registro nacional de afectados y la difusión de todo lo que tiene que ver con la Talidomida, «para que no haya más casos de niños con malformaciones».
¿El laboratorio que creó la Talidomida tiene alguna responsabilidad?
Fuera de Alemania, la compañía Grünenthal nunca se responsabilizó por los daños ocasionados. Sin embargo para que los afectados perciban una indemnización, la compañía farmacéutica, en el año 2010 hizo circular un formulario solicitando que para acceder a la misma debían presentar las radiografías, los certificados y la receta emitida por el médico que atendió a las embarazadas hace décadas. «Pedir esas cosas era una cargada, nadie la tiene ya» comentó María Cristina.
En España, lo primero que hicieron las víctimas fue agruparse en una asociación llamada AVITE (Asociación de Víctimas de la Talidomida en España). Ellos demandaron pero la empresa argumentó que todas las acciones prescribieron.
La Dra. Cortesi detalla que para demandar a la empresa, además de conseguir el reconocimiento estatal, los afectados argentinos se tienen que agrupar en una asociación, luego deben visibilizar el tema y solicitarle al Ministerio de Salud de la Nación un protocolo para que en los hospitales públicos certifiquen que son personas afectadas por la Talidomida. Y sugiere iniciar el proceso en el momento en el que se les da ese certificado para que las causas no prescriban.
En Argentina y en el resto del mundo, el medicamento se sigue comercializando para aliviar los dolores de las personas que tienen miomas múltiples por el cáncer, sida, lepra y artritis. Por su parte, María Cristina aclaró que ellos no pretenden que se deje de dar la medicación a quienes la necesitan. Pero exige que se efectúen los controles necesarios.
En Suecia, del problema se hizo cargo el Estado. En España, los perjudicados demandaron al laboratorio. El juzgado sentenció que Grünenthal debía indemnizar pero la compañía apeló y ganó porque la causa prescribió, mientras tanto en Argentina pasó más de medio siglo y el Estado sigue sin darle una respuesta a los afectados.