Tres problemas con final feliz

Tres problemas con final feliz

Sandra y su ventilador, el aéreo de Sofía y la heladera de Rosana. Tres historias de tres problemas, con un denominador común: los Tribunales Arbitrales de Consumo. Todas con final feliz: hubo acuerdo.

Ventilando verdades Sandra Votta compró un ventilador de techo para hacer un poco más llevaderos los sofocantes veranos porteños. Cuando lo encendió, casi la lleva el viento: el regulador de velocidad estaba roto y el ventilador solo giraba con la velocidad más rápida. Martin & Martin, le envió un técnico para que lo arregle. El hombre le dijo que cada parte del ventilador tenía una garantía diferente y que la del regulador se había vencido. Sandra fue hasta el negocio donde lo había comprado en busca de una explicación más convincente, pero después de hablar con los empleados, sintió que a sus palabras se las llevaba el viento. Se presentó en los Tribunales Arbitrales solicitando un arbitraje. Completó los datos personales, la fotocopia de la factura de compra y el reclamo concreto. En un mes la llamaron para la audiencia de conciliación. Se presentaron a la reunión y expusieron sus casos frente al árbitro. Sandra no pidió un ventilador nuevo; solo quería que funcione bien el que compró. El representante de la firma se tomó un tiempo para pensar, reconoció que el reclamo era justo y resolvió reparar el ventilador sin costo alguno. Hecho el acuerdo, el demandado preguntó a Sandra por qué no había hecho su reclamo en la empresa en lugar de molestarse en ir a los Tribunales. Ella le recordó entonces que decidió hacerlo, después de que en Martin & Martin la tuvieron dando vueltas al ritmo de las paletas de su ventilador.

Un viaje con recargo Sofía Lupercio había reservado un pasaje a Chile en la empresa de turismo Sea Port. Pensaba tomarse quince días de vacaciones en Santiago. Como surgió un imprevisto en su trabajo y solo podía viajar por una semana, llamó con un mes de anticipación a la agencia pidiendo el cambio de fecha del vuelo. Allí le dijeron que la línea aérea cobraba un recargo de 75 pesos por el cambio de día y que debía abonar en la agencia. Sofía lo pagó a regañadientes, pero quiso sacarse la duda y llamó a la aerolínea. Confirmó la sospecha: no se cobra recargo por una modificación en la fecha del pasaje. Cuando retornó de su semana en Santiago, no olvidó sus 75 pesos y se presentó en los Tribunales para pedir una audiencia con la empresa. Ya en la reunión, el representante empresario propuso restituirle la mitad del dinero. Sofía no aceptó. Conversaron con el árbitro por separado y éste le plantea la oferta de la otra parte: devolverle 50 de los 75 pesos en cuestión. Sofía esta vez aceptó y recibió el billete. Lo guardó dobladito en su cartera como quien acuna un trofeo.

La heladera que ´hizo agua´ Rosana Gargiulo compró una heladera marca Columbia en el local de Rodó de la calle Boedo. En realidad le gustaba más otra, pero no le alcanzaba la plata. De entrada no funcionó bien: chorreaba agua a la fuente de las verduras y la puerta no cerraba del todo. A la semana de comprarla, Rosana llamó al servicio técnico de la fábrica y le arreglaron el cierre de la puerta, pero el agua seguía cayendo. En esos días, la empresa Columbia quebró. Rosana se enteró de la mala nueva cuando de Rodó le informaron que lamentablemente, ellos no podían hacerse cargo de la garantía. La mujer insistió tanto que le enviaron un service privado para diagnosticar a la heladera. ´Le falta gas, pero aunque se la recargue le va a perder agua igual´ le vaticinó el técnico antes de irse sin arreglar el artefacto. Llamó al comercio otra vez y le dijeron lo mismo. Hasta que se cansó. Fue a los Tribunales Arbitrales y pidió una audiencia. A los cuarenta días le llegó la citación. El representante de Rodó reconoció la validez del reclamo de Rosana y se comprometió a cambiarle la heladera por una nueva. Como en los cuentos de hadas, Rosana quedó tan conforme con el acuerdo que no solo cambió la heladera por otra nueva, sino que terminó pagando la diferencia y se llevó a su casa la heladera más cara que tanto quería.

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