Mi amigo, el mecánico

Una visita al taller mecánico es un viaje a lo desconocido. El cliente deja su auto sin saber el diagnóstico ni cuánto va a costarle el arreglo. Cuando regresa a buscarlo, en un papelito cualquiera figura garabateado el precio; el doble de lo que pensaba. ¿Cómo frenar los abusos de ciertos mecánicos?
El cliente que lleva el auto al taller mecánico, lo hace con la resignación del que busca agua en un desierto. En ese decisivo momento que enfila su coche sobre las guías de la fosa, se asume consciente de dos cosas: 1) hasta el arreglo más barato va a salirle caro y 2) su auto y su bolsillo ya no le pertenecen y lo que sea de ellos dependerá de la misericordia del mecánico.
Estos señores expertos no sólo en vehículos sino también en el arte de la conversación y la persuasión del cliente, ocupan en la mente de muchos, ese lugar poco amistoso reservado casi con exclusividad a los políticos. Ellos mismos reconocen que su oficio se presta a las más variadas artimañas. Y que las presas favoritas de los malos mecánicos son las mujeres.
Don Eduardo es de esos mecánicos de raza al que uno le dejaría su auto sin temor. De sus 80 años, 50 los pasó trabajando en su propio taller del barrio de La Boca. Ahora jubilado y sin el trapito empapado en kerosene en una mano y la llave fija en la otra, mantiene frescas las historias que se cuentan del gremio.
Cuando se le pregunta acerca de los secretos bien guardados de los mecánicos poco éticos, lo primero que responde risueño es: «Ufff, son muchos».
«Los truchos te pueden decir que, como el auto consumía mucho aceite le cambiaron los aros y, encima te aconsejan que lo camines varios kilómetros sin exigirlo, hasta que se ablande, y lo único que hicieron fue cambiarle los retenes de válvula, que cuestan mucho menos», comentó don Eduardo.
Otro de los trucos es mostrarle al cliente una serie de piezas rotas de otros vehículos, haciéndolas pasar por las del auto que le dieron a arreglar: «te ponen en una mesa unos repuestos rotos y dicen`se rompió esto y esto otro´y resulta que no reemplazaron nada. Total, saben que el cliente no se va a tirar debajo del auto para ver si es cierto», explicó nuestro mecánico.
La lista de trucos sería interminable y además inservible, porque para descubrirlos habría que ser tan magos o entendidos como ellos. De todos modos, aunque nuestra ignorancia en mecánica del automotor parezca esclavizarnos, los clientes tenemos nuestras herramientas para defendernos de las garras de los mecánicos impiadosos.
El consejo simple y tal vez, más efectivo, es el que brindó don Eduardo. En un oficio cuya mejor publicidad es la recomendación boca a boca, la experiencia advierte que «cuando veas a esos mecánicos que te esperan en la puerta, como hacen algunos dueños de restaurantes que se paran plantados delante de las mesas vacías, a esos escapales, porque seguro que algo malo hicieron».
A la sabiduría de nuestro amigo mecánico vamos a añadir algunos consejos que puedan librarnos de engaño y nos permitan saber qué curaciones van a hacer a nuestro auto y cuánto nos van a cobrar por ellas, antes de entrar al quirófano del taller.
¿Qué debo pedir al mecánico antes entregarle mi auto?
Como la solución a un problema está en evitarlo, es importante que el cliente pida a su mecánico, antes de hacer nada, un presupuesto con el detalle de las reparaciones y de los repuestos que le va a demandar el arreglo.
La Ley 24.240 de Defensa del Consumidor brinda en su artículo 21 el detalle de los requisitos que deben constar en un presupuesto:
a) nombre, domicilio y otros datos que identifiquen al prestador del servicio.
b) descripción del trabajo a realizar y de los materiales a emplear.
c) precios de repuestos (si son reacondicionados, debe acordarse por escrito) y de mano de obra.
d) plazo en que se va a realizar el arreglo.
e) duración de la garantía, si es que la otorga.
f) Plazo para la aceptación del presupuesto (por cuánto tiempo se respeta ese precio).
Con relación a la garantía, debe separarse lo que es la garantía de un producto con la correspondiente a la prestación del servicio. Un producto tiene una garantía legal de tres meses, pero es distinta a la que debe cumplir el prestador por su servicio, que es de 30 días como mínimo en caso de evidenciarse defectos en el trabajo hecho.
En el caso particular del servicio mecánico, es lógico que de advertirse algún problema no visible en el motor del vehículo, el mecánico deba desarmar el motor y quiera cobrar por el trabajo y tiempo empleados. Para evitar malos entendidos, ese importe debe incluirse también en el presupuesto.
El segundo ítem a tener en cuenta es al momento de la entrega del vehículo. El mecánico debe hacerle una factura con todas exigencias legales necesarias y el detalle de los precios de repuestos y de mano de obra. La factura será el comprobante que podrá hacer valer en caso de reclamo.
¿Qué debo hacer si se demora en la entrega del auto?
Este es otro de los puntos que deben pactarse en el presupuesto. De no haberse convenido un plazo de entrega, éste no puede excederse más allá de lo razonable, de acuerdo con la cantidad de trabajo por realizar.
Cuando hubo abuso, el cliente puede intimar al mecánico para que concluya su trabajo y entregue la unidad de inmediato, sin descartar la posibilidad de iniciar acciones por incumplir el contrato, aún cuando en éste no se haya precisado un plazo. Lo mismo vale para cualquier otro desperfecto que aparezca, producto de un trabajo defectuoso o incompleto.
En caso que el vehículo sea utilizado como herramienta de trabajo (taxi, remis, transporte de carga o pasajeros, etc.) el cliente puede exigir una indemnización por lucro cesante, en base al dinero que perdió de ganar durante el tiempo que el vehículo estuvo inactivo en el taller.