Mi álbum de bodas con una sola foto

Mi álbum de bodas con una sola foto

Y por fin llegó la boda. La fiesta estuvo genial: la novia, espléndida; los invitados bailaron toda la noche. Todo salió como esperaban…todo menos las fotos; no se salvó siquiera una, salvo la que un tío del novio tomó con su cámara casera. Las disculpas del fotógrafo no lograron calmar las broncas.

¿Hay cosa menos pensada, y por dicha razón, más angustiante, para dos novios retornados de su luna de miel que ir a buscar las fotos de la boda y el fotógrafo les diga con cara de “lo siento mucho” que esos rollos se perdieron? Drama semejante le sucedió a Javier Llopis, un santafecino de 26 años que el 8 de febrero pasado dio el Sí ante Dios y ante la ley, después de tres prudentes años de noviazgo con una profesora de matemáticas y física de su misma edad. Para que el día de la boda todo saliera de maravillas los novios no quisieron dejar nada librado al azar y, desde seis meses antes, se encargaron personalmente de alquilar el vestido de novia, reservar el salón, contratar el servicio de catering, la música, el cotillón, las invitaciones, la filmación de la fiesta. Y el fotógrafo. “Me lo recomendó la gente de la empresa que nos pasó la música; dijeron que era bueno…hasta el día de mi boda”, ironizó Javier con evidente fastidio por la decepción que llegó poco después. Los novios hicieron su impecable entrada al registro civil, seguidos de cerca por las miradas de parientes y amigos y por las lentes de la filmadora y la cámara de fotos. El mismo seguimiento visual y técnico prosiguió en la iglesia y el salón, donde el blanco diáfano de la novia se encendió con cada destello del flash. Veinte días después, con los ecos de la fiesta y la romántica luna de miel resonando en sus cabezas, los flamantes esposos fueron hasta la casa de fotos a buscar el recuerdo de su boda. Pero para su desgracia, nada había quedado fotografiado de aquella noche inolvidable, excepto por una foto de los novios entrando al salón que les tomó un tío de Javier. El fotógrafo ensayó mil y una disculpas: que el laboratorio las arruinó, que se perdieron, que se sentía muy mal por lo sucedido y que no podía hacer nada por aquello. Pero ninguno de las explicaciones fue suficiente para detener las lágrimas de impotencia de la recién casada ni la bronca inocultable de su marido. Me quedé sin las fotos de mi boda, ¿puedo hacer algo? Es evidente que los novios no podrán recuperar las fotos perdidas, pero sí podrán obtener un resarcimiento económico por el daño ocasionado a raíz de la actitud negligente del fotógrafo. El fotógrafo profesional Alejandro Mantecón afirmó que “situaciones como estas son poco frecuentes, porque el profesional trata de minimizar los riesgos al extremo; pero cuando una foto sale mal o simplemente no sale, puede deberse a: a) un imprevisto técnico: el rollo se desenganchó del carretel y no corrieron las fotos, el laboratorio trabajó con tintas malas y arruinó las exposiciones, etc. b) Negligencia del profesional: dejó los rollos expuestos al sol o el agua, extravió las fotos, etc. c) Inexperiencia: tomó las fotos con mucha o poca luz, se ubicó en lugares poco estratégicos, soslayó momentos importantes de la ceremonia o la fiesta, etc. ´Abogado Ante un inconveniente de estas características, el abogado civilista Marcelo Moggia aportó una serie de consejos para orientar el proceder de los desilusionados novios: 1) enviar una intimación por medio fehaciente (carta simple con copia firmada por el destinatario o carta documento) para que en el plazo de 48 horas entregue el material que le fue encomendado. “Es claro que esto no va a suceder porque las fotos desaparecieron, pero este paso formal es importante para dar inicio luego a la acción judicial”, señaló el abogado. 2) Como la contratación de un fotógrafo para un evento privado de esta clase tiene cierta informalidad y se acuerda de palabra, es necesario reconstruir esas palabras en hechos. Por eso importa contar con todos los elementos de prueba necesarios para argumentar la demanda: a) el testimonio de los invitados a la boda b) cualquier otra foto o filmación donde aparezca el fotógrafo, para que éste no pueda evadir su responsabilidad negando que fue contratado para tomar fotos en la boda. 3) en este caso en particular puede reclamarse el daño moral, por la angustia sufrida por los novios al perder un recuerdo importante de su fiesta de bodas. “Este daño no tiene un monto mensurable, sino que se sustenta en aquello que el juez considere justo en relación con el perjuicio padecido”, explicó el abogado.

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