¿Docentes vs. estudiantes?

¿Docentes vs. estudiantes?

El salario de los docentes de la UBA se encuentra congelado desde 1992. Sin embargo, la canasta básica se incrementó en un 130 por ciento desde la década anterior. En este contexto, los profesores convocaron a un paro. Algunos, inclusive, deslizaron la posibilidad de levantar los cursos y desataron la irritación de numerosos estudiantes. ¿Qué dice el Derecho?

Desde 1992, el salario de los docentes de la UBA permanece en una desesperante quietud. Las marchas y movilizaciones en reclamo de una solución inmediata del asunto, durante el último año, fueron determinantes para que el Gobierno les otorgara una aumento no remunerativo del 15 por ciento. Sin embargo, la canasta básica se incrementó en un 130 por ciento desde la década anterior. Así, la mayoría de los docentes de la Universidad pública se hallan con sueldos que no superan la dramática línea de la pobreza. Además, 39 docentes de la Facultad de Ciencias Sociales se enteraron del rechazo de los pliegos que permitirían su admisión como asalariados en sus respectivas cátedras, durante la última semana. A raíz de ello, se convocó a un paro y comenzó a barajarse la posibilidad de levantar los cursos como medida de protesta. Algunos estudiantes apoyaban a los docentes en su postura. Otros manifestaron su irritación. Enseguida, el Departamento de Prensa de la misma facultad desmintió el asunto y difundió que se trató de una ´desinteligencia´ por parte del personal administrativo. No obstante, se mantuvo la convocatoria al paro. Los números El desinterés del Estado en lo que a velar por el mantenimiento de la dignidad y la excelencia de las facultades respecta se evidencia en los datos oficiales. Vale destacar que la Participación del Presupuesto Universitario en la recaudación tributaria total trepaba al 4,44 por ciento en 1994 y, actualmente, asoma sólo al 2,78 por ciento. Por otro lado, la participación del mismo presupuesto en el PBI era del 0,67 por ciento en 2001 y cayó al 0,48 por ciento en 2004. El erario público asignó a la UBA $ 327.647.468, de cara al ejercicio del último año. Pero la suma no es bastante. Según se especifica en la solicitada firmada por Guillermo Jaim Etcheverry, Rector de la UBA, para el año 1996 el monto ´fue de $ 274.003.773 en moneda corriente mientras que el del año 2004 fue apenas un 20 % superior en igual moneda. Sin embargo, durante ese periodo esta Universidad experimentó un notable crecimiento en su matrícula – que pasó de 183.347 a 325.000 estudiantes – es decir, aumentó un 80 %, demanda que era atendida en 1996 con 21.688 cargos docentes y en 2004 con 31.818, un incremento de solo el 47 %´ . La situación por la que atraviesan los profesores no es casual. La resonancia del discurso que legitimaba la privatización de las empresas estatales, durante el menemismo, tiene su correlato en la esfera de la educación. En este sentido, la enseñanza pública y gratuita en las escuelas primarias y secundarias y en las universidades enfrenta una campaña de desprestigio montada por los voceros de las instituciones que venden el conocimiento a los que pueden pagarlo. Así, la universidad pública constituye el último bastión de independencia ideológica de la Argentina. Los docentes y los estudiantes En este contexto, los profesores de la UBA mantuvieron la convocatoria al paro de los días 2 y 3 de noviembre. De este modo, quedarán inconclusas las explicaciones de algunos temas y los alumnos prescindirán de la cobertura en clase de la totalidad de los programas de las materias que se encuentren cursando. Allí, radica el fastidio de aquellos estudiantes que se quejan por la suspensión de las clases o comparan el funcionamiento de las universidades públicas con sus pares privadas. Pero, allí, radica también el apoyo del resto de los estudiantes que creen que los docentes merecen una retribución justa por sus tareas. Además, tras cada negativa del Estado al aumento del presupuesto aflora el fantasma de la privatización de la Universidad pública. Según Ricardo Forster, Licenciado en Filosofía y docente de la UBA, sentó en el libro Itinerarios de la Modernidad, ´los últimos restos de dignidad que nos jugamos como sociedad que aspira a ser democrática es defender a la Universidad. No porque la Universidad merezca ser defendida tal como funciona hoy, sino porque es uno de los últimos sueños realizados – independientemente de sus propias pesadillas – de una sociedad que se quiso en un determinado momento más equitativa, más igualitaria, y que todavía pensó que era posible que todos tuvieran acceso a una educación digna´. Además, el artículo 14 bis de la Constitución Nacional dice que ´queda garantizado a los gremios: concertar convenios colectivos de trabajo, recurrir a la conciliación y al arbitraje; el derecho de huelga´. De modo que el paro no constituye un capricho sino una jornada en la que se materializa un derecho garantizado por la Carta Magna. El Derecho Los especialistas consultados por Defiéndase coinciden en que los docentes son tanto – o más – perjudicados que los estudiantes. En este sentido, el abogado civilista Víctor Mansilla no ve una contradicción entre el derecho de los profesores a cobrar lo que se merecen y el derecho a aprender de los alumnos. ´Es responsabilidad directa del Estado, puesto que la educación pública es uno de los últimos espacios que sobrevivió a las privatizaciones y debe garantizarse su excelencia´, sostiene Mansilla – mientras confiesa que fue profesor de Derecho Administrativo en la UBA – . ´La prioridad debería ser la educación. De lo contrario, se pierden generaciones´, según Mansilla. Y agrega que ´Argentina se caracterizó siempre por la calidad y el nivel intelectual de sus artistas y científicos. Actualmente, los estudiantes se reciben en las Universidades públicas locales y emigran hacia otras fronteras donde son mejor retribuidos por su labor´. Es decir que, aún bajo las dificultades en que funciona la educación universitaria, continúa proveyendo de intelectuales a otros países. En definitiva, los docentes que comparten sus saberes con los estudiantes protagonizan una acción heroica en tanto se quedan en Argentina para devolverle al pueblo lo que, gracias a su aporte, consiguió en la Universidad. Y los funcionarios que no se comprometen ni se percatan de la situación se comportan, lisa y llanamente, como canallas. ¿Cuál es la solución más eficaz para este caso? La herramienta más eficaz para que el docente manifieste su disconformidad es, efectivamente, el paro. De este modo, se exige a las autoridades responsables de la situación que intervengan en el asunto. ¿Quiénes son esas autoridades? En este caso, compete al Ministerio de Educación de la Nación la acción urgente para solucionar el conflicto y garantizar el normal funcionamiento de la Universidad Pública. ¿Qué sucede con los alumnos? ´AbogadoLos estudiantes también poseen una herramienta para presionar a las autoridades. Según Lucas Orlando, especialista en Derecho Civil, ´el marco legal permitiría que los alumnos exigiesen una compensación por las clases perdidas en el Rectorado de la UBA. No obstante, existe un mecanismo más práctico por el cual los estudiantes acuerdan con la Cátedra en la que cursan una clase adicional´. Así, se recuperaría el tiempo invertido en el reclamo docente. Si el docente se negara, los estudiantes pueden elevar una nota administrativa a la Secretaría Académica de su propia Facultad. ¿Cuánta efectividad tiene este mecanismo? Cuando los estudiantes y los docentes acortan la distancia y rompen el aislamiento, los resultados son positivos. Según Orlando, ´la mayoría de las veces, el docente accede al pedido de los estudiantes y acuerdan encontrarse en bares cercanos a la Universidad para compartir la clase´. En este sentido, el abogado resalta que los estudiantes comprenden las razones del paro docente. Por lo general, no exigen ni confrontan, fastidiosamente, con los profesores para obtener una clase adicional, puesto que reconocen que, de ser así, la medida de fuerza carecería de sentido. ¿Cuál debe ser el papel de los docentes y los estudiantes durante el paro? Los docentes suelen encarar la tarea de brindar clases públicas y discutir la situación que se atraviesa. Según el profesor Ricardo Forster, ´la responsabilidad del movimiento estudiantil es salvar uno de los últimos restos de dignidad argentina […] el último lugar de la dignidad de una sociedad que no quiere ser absolutamente absorbida por la lógica del mercado, que quiere defender esos espacios autónomos de producción y de debate público de las ideas´. Tal como el abogado Orlando afirma, ´la educación pública es la base fundamental, junto con la salud y la Justicia, para el crecimiento de una sociedad, para el sostenimiento de una república´. Pablo Dipierri

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